lunes, 27 de julio de 2009

La palabra del día: "Rebeldía"

REBELDIA
…Dice Erich Fromm que a lo largo de la historia de la humanidad cada vez que alguna minoría gobernaba a la mayoría, los poderosos se ocupaban de enseñar la obediencia como paralela a la virtud y la desobediencia identificada con el pecado.
Esta distorsión premeditada y ulterior era imprescindible si los pocos querían conservar sus privilegios y deseaban que los otros les sirvieran trabajando para ellos.
Como bien lo señala el mismo Fromm, la obediencia puede establecerse por la fuerza; pero este método tiene muchas desventajas, y la más importante es que hay muchos trabajos que no pueden realizarse apropiadamente si la obediencia sólo se respalda en el miedo.
Para lograr que el hombre desee e incluso necesite acatar las normas impuestas por la minoría las oligarquías debieron asumir las cualidades del Sumo Bien y conseguido esto proclamar que la rebeldía es un pecado.
Uno no puede evitar preguntarse por qué alguien aceptaría la obediencia ciega y la sumisión al poder como algo bueno. La mejor respuesta es la respuesta de la psicología del subconsciente. Solo consagrando la sumisión como algo bueno, los obedientes pueden evitar detestarse a si mismos por ser cobardes.
Cuentan que un día, estaba Diógenes comiendo un plato de lentejas sentado en el umbral de una casa cualquiera, cerca del mercado.
No había ninguna comida en toda Atenas que fuera más barata que el guiso de lentejas.
Dicho de otra manera, comer lentejas era definirse en estado de la mayor precariedad.
Junto al mendigo pasó Enaendas, ministro del emperador y amigo de Diógenes desde la infancia. Casi sin querer miró lo que comía filósofo y le dijo:
- ¡Ay! Diógenes, si aprendieras a ser un poco más sumiso y adularas un poco al emperador, no tendrías que comer tantas lentejas.
Diógenes dejó de comer, levantó la vista y mirando al acaudalado interlocutor profundamente, le dijo:
- Ay de ti, hermano. Si aceptaras comer un poco más de lentejas, no estarías obligado a ser sumiso ni tendrías que adular tanto al emperador.
Este es el camino rebelde que enseñaba Diógenes, el del autorrespeto, el de defender nuestra dignidad por encima de nuestra enfermiza necesidad de aprobación, el de poder elegir entre un si y un no, por encima del miedo a las represalias.

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