sábado, 11 de julio de 2009

La palabra del día: "Motivación"

¿PORQUÉ HACES ESTO?
…En un oasis escondido entre los más lejanos paisajes del desierto, se encontraba el viejo Eliahu de rodillas, a un costado de algunas palmeras.
Su vecino Hakim, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus camellos y vio a Eliahu transpirando, mientras parecía cavar en la arena.
-¿Qué tal anciano? La paz sea contigo.
-Contigo -contestó Eliahu sin dejar su tarea.
-¿Qué haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?
-Siembro -contestó el viejo
-¿Que siembras aquí, Eliahu?
-Dátiles -respondió Eliahu mientras señalaba a su alrededor el palmar.
-¡Dátiles!! -repitió el recién llegado, y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez comprensivamente-. El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor.
-No, debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...
-Dime, amigo: ¿cuántos años tienes?
-No sé...sesenta, setenta, ochenta, no sé...lo he olvidado... pero eso ¿qué importa?
-Mira, amigo, los datileros tardan más de cincuenta años en crecer y recién después de ser palmeras adultas durante muchos años llegan a estar en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los ciento un años, pero tú sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.
-Mira, Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con cosechar de su siembra. Voy a sembrar aunque sea para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto... . Y aunque sólo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.
-Me has dado una gran lección, Eliahu, déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me diste -y diciendo esto, Hakim le puso en la mano al viejo una bolsa de cuero, llena de tintineantes monedas.
-Te agradezco tus monedas, amigo. Los designios de Alá son insondables. Tú me pronosticabas con buen criterio que no llegaría a cosechar lo que sembraba fíjate…. todavía no termino de sembrar y ya coseché una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.
-Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me das hoy y es quizás más importante que la primera. Déjame pues que pague también esta lección con otra bolsa de monedas.
-Y a veces pasa esto -siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos bolsas de monedas- sembraba pensando en no cosechar y antes de terminar de sembrar ya coseché no sólo una, sino dos veces.
Hakim le tapó la boca y dijo:
-Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte.

La palabra del día: "Amistades"

BUENAS COMPAÑÍAS
…Quizás parezca demasiado infantil pensar que siempre existirán aquellos con quienes acompañarse. Tal vez suene ridículamente optimista. Pero en fin, cada uno es lo que es y debe convivir con ello.
Es cierto que queda mucho por hacer, pero el mundo está muy lejos del irremediable punto caótico de no retorno. Y para probarlo bastará esta pequeña historia real que sucedió hace pocos años.
En una escuela de niños especiales, que tenían en común padecer de síndrome de Down se organizó en primavera una jornada Olímpica. Todos los alumnos participaban en alguna competencia y muchos de ellos, en varias.
El fin de la fiesta era en la pista central de la escuela, donde se correría, delante de padres e invitados, la competencia de los cien metros llanos.
El profesor de educación física había reunido unos minutos antes a los diez corredores, que tenían entre 8 y 12 años de edad, y con buen criterio educativo les había dicho:
- Jóvenes a pesar de ser una carrera, lo importante es que cada uno de ustedes dé lo mejor de sí. No es importante quien gane finalmente, lo que verdaderamente importa es que todos lleguen a la meta. ¿Comprendieron?
- Si señor - contestaron los niños y las niñas a coro.
Con gran entusiasmo y ante el griterío de familiares, compañeros y maestros, los corredores se alinearon en la partida. Y tras el clásico ¿preparados?... ¿listos?, el profesor de gimnasia disparó una bala de fogueo al cielo.
Los diez empezaron a correr y desde los primeros metros dos de ellos se separaron del resto liderando la búsqueda de la meta.
De repente la niña que corría en penúltimo lugar tropezó y cayó.
El raspón en las rodillas fue menor que el susto, pero la niña lloraba por ambas cosas.
El muchachito que venía detrás se detuvo a auxiliarla. Se arrodilló a su lado y le besó las rodillas lastimadas.
El publico se fue tranquilizando al ver que nada grave había pasado.
Sin embargo algo fantástico sucedió. Los otros niños, todos ellos, giraron sus cabezas y al ver a sus compañeros detenidos en el suelo volvieron sus pasos atrás.
Al juntarse consolaron a la jovencita que cambio su llanto en una risa cuando entre todos tomaron la decisión:
Recordaron que el maestro les habia dicho que lo importante no era quien llegara primero, sino que todos terminaran la carrera, así que entre los 9 alzaron en el aire a la niña y la cargaron en andas rompiendo la cinta de llegada todos a la vez.
Puede que sea intimidatorio darse cuenta de todo lo que tenemos que aprender;
pero hay también algunas noticias alentadoras, por suerte tenemos de quien aprender.

jueves, 9 de julio de 2009

La palabra del día: "Vivir el presente"

GUARDAR PARA MAÑANA

… Para vivir se necesita estar anclado al presente, ya que la única vida verdadera es aquella que transcurre aquí y ahora. Nosotros los neuróticos vivimos permanentemente oscilando entre un qué-lindo-hubiera-sido-si... y un qué-lindo-va-a-ser-cuando...
Usted no podrá disfrutar ahora de la lectura si está pensando que cuando termine de leer y se libere de todas estas preocupaciones que lo inquietan, va a poder disfrutar de esa cena maravillosa en el restaurante, que hace tanto tiempo que deseaba conocer. Sin embargo debo decirle que cuando esté cenando tampoco va a poder disfrutar porque va a pensar qué lindo va a ser cuando llegue a su casa y pueda finalmente acostarse a dormir porque está tan cansado. No se haga demasiadas ilusiones. Ya en la cama quizás no pueda dormir demasiado, pensando cuánto trabajo tiene para el día siguiente. Trabajo que sería placentero si no fuera porque mientras curra va a estar calculando cuanto le falta para poder comprar el piso que se quiere comprar.
Y lo peor, sabe qué es lo peor… que el día que lo tenga no conseguirá disfrutarlo del todo porque lo más probable es se quede lamentándose de aquello-que-debió-haber-disfrutado-si-antes-se-hubiera-dado-cuenta-de-lo-que-ahora-se-da-cuenta-que-debió-disfrutar-en-aquel-momento. Y que ahora no tiene arreglo porque ya es tarde…
Para bien o para mal lo único absolutamente real es el presente, y todo lo depositado allí, en el pasado o allá en el futuro, es o un recuerdo o una fantasía y no existen en el mundo real.
Deberíamos desafiarnos a permitir que cada cosa nos sorprenda; vivir cada instante de experiencia, sin anticipación, sin condicionantes, sin miedos. Proyectarnos al futuro pero no habitar en él. Siento la misma sensación que frente al viejo chiste del señor que visitaba un sanatorio psiquiátrico y veía a los pacientes que al grito de "¡Qué bonito va a estar el jueves!" se zambullían de cabeza en la piscina
El señor preguntó: -¿Qué va a pasar el jueves?
Y le contestaron: -¡El jueves llenarán de agua la piscina…

martes, 7 de julio de 2009

La palabra del día: "¿Quién eres?"

¿QUIÉN ERES?

… Así se llama un maravilloso e inquietante cuento de Giovanni Papini.
Se trata de un hombre mundano, muy popular en su ciudad y en su entorno que se levanta una mañana y descubre con sorpresa que misteriosamente no ha recibido ni una carta.
Un poco malhumorado por la noticia de la ausencia de noticias, sale a la calle y se cruza con tres o cuatro vecinos que parecen no reconocerlo. Esa noche el hombre casi no duerme; algo inquieto se despierta muy temprano y mientras desayuna espía por la ventana esperando la llegada del cartero. Cuando lo ve doblar la esquina, su corazón da pero el cartero pasa frente a su casa sin detenerse. El hombre sale corriendo de su casa y alcanza al cartero para confirmar que no había cartas para él y el empleado le asegura que nada lleva en su bolso para ese domicilio. Lejos de tranquilizarlo, esto lo preocupa más todavía. Algo está pasando y él debe averiguarlo. Decide visitar a su amigo Mario. Apenas llega, se hace anunciar por el mayordomo y espera en la sala de estar a su amigo. Cuando aparece avanza a su encuentro con los brazos extendidos, pero el dueño de casa se limita a preguntar: - Perdón señor ¿usted quien es? ¿nos conocemos?
El hombre cree que es una broma y ríe forzadamente presionando al otro a servirle una copa. El resultado es nefasto. A pedido del dueño de casa, el fornido mayordomo termina echándolo a empellones a la calle...
Otro tanto le pasa con sus amigos del café, que esa noche lo desconocen tanto como algunas horas antes lo valoraban. Por más que piensa no puede recordar ningún hecho que pueda haber sido tomado como ofensa y menos aun, alguno que involucre a toda la ciudad. Dos días más, se queda en su casa esperando la correspondencia que no llega o la visita de alguno de sus amigos que nunca sucede. La señora de la limpieza falta sin aviso y el teléfono deja de funcionar.
Sin saber cómo ni por qué, ha pasado a ser un desconocido, un ausente. Como un martilleo aparece un pensamiento en su mente, la pregunta que otros le hacen y que él mismo se empieza a hacer: ¿Quién eres?
¿Sabía él realmente contestar esta pregunta? El sabía su nombre, su domicilio, el talle de su camisa, su número de documento y algunos otros datos que lo definían para los demás; pero fuera de eso: ¿Quién era, verdadera, interna y profundamente? Es más: aquellos gustos y actitudes, aquellas inclinaciones e ideas, ¿eran suyos verdaderamente? ¿o eran como tantas otras cosas: un intento de no defraudar a otros que esperaban que él fuera el que había sido?
Algo empieza a estar claro, es absurdo querer conocer a otros si antes no sabe quien es uno mismo y para eso tiene hoy una ventaja, saberse solo lo libera de tener que ser de una manera determinada. Sea como sea, nada cambiará en la respuesta de los demás.
Por primera vez en muchos días algo que lo tranquiliza. El hombre se da cuenta por fin de que no depender de la calificación de otros, le permite saber más y más de su verdadera existencia.
Con esta conclusión se duerme sonriendo.
Despierta a la mañana con decenas de cartas que la señora de la limpieza le entrega al subir a despertarlo porque su amigo Mario lo llama por teléfono.